martes, 13 de abril de 2010

Policía de Barrio, tan cerca y tan lejos.



Sin duda son tiempos difíciles estos que estamos viviendo actualmente. La crisis acechando nuestros ya maltrechos bolsillos y la necesidad apretándonos el cinturón hasta casi ahogarnos. Son días en los que los servicios sociales se ven en muchas ocasiones desbordados por tanto paro y, sobre todo, por la incertidumbre de no saber qué va a pasar mañana. Aunque para no pocos ese mañana es ya hoy.

Mucha gente, especialmente joven, con oficio pero sin beneficio, paseando por las calles hace que inevitablemente la delincuencia esté a la orden del día, y que en ocasiones la picaresca, o bien la necesidad y también las malas intenciones afloren.

Todas estas circunstancias hacen que el ciudadano se sienta inseguro ante situaciones que provocan que su vida, ya de por sí bastante dura, transcurra en un ambiente hostil.

Paradójicamente y mientras tanto hay ciertas oficinas en las que se descansa apaciblemente dejando pasar el tiempo hasta que la jornada laboral finalice sin sobresaltos un día más. No existe ese estrés ni esas sensaciones que los vecinos torrelaveguenses padecen. Aunque sea evidente para todos, evidenciemos que estamos hablando de la denominada “Policía de Barrio”. Una figura ampliamente demandada y que en ningún caso está haciendo honor a su nombre. Ese policía amable con el ciudadano de barrio, de pueblo o de calle que desempeña su labor de forma cercana, atento a las inquietudes y denuncias de la gente de a pie y que tiene información de primera mano y primordial para una eficaz prevención, en realidad no existe.

Por el contrario existe la figura con un perfil algo diferente: el agente encerrado en su oficina sin nada más que hacer en muchas ocasiones que leer el periódico o jugar al ordenador; el funcionario alejado de una realidad que tan sólo con asomarse a la ventana le estallaría en la cara y que sin embargo desconoce, porque la evitan. Con todo si decidieran atender alguna necesidad no podrían hacer nada más que mandarte a la oficina central de Torrelavega, ya que la descentralización de estos servicios policiales es para el ciudadano una verdadera utopía.

Un caso como el surgido recientemente en el Zapatón, donde una serie de adultos ha extorsionado y amenazado a varios niños exigiéndoles el pago de un dinero si querían jugar en una cancha, bien pudieran evitarse mediante un correcto funcionamiento de este departamento. La prevención y la cercanía a la realidad de cada barrio o pueblo pueden atajar este tipo de conductas peligrosas y contagiosas. Informes diarios y reales de las situaciones, charlas con las asociaciones de vecinos y mutua colaboración pueden ser un comienzo. De poco sirve darse cuatro paseos por una determinada zona y así creer que ya el problema se ha solucionado. Las cosas suceden a diario y donde menos te lo esperas.

La realidad a menudo se impone y en este caso la distancia entre el entorno ciudadano y la actitud de los partidos y de la propia policía parece aumentar de día en día. Se está produciendo muy a menudo un debate público y mediático realmente estéril, mientras que en las calles se está perdiendo terreno, el cual será posteriormente terriblemente difícil de volver a ganar para el ciudadano cotidiano. Alguna vez alguien tendrá que dar explicaciones, esperemos que para entonces no sea demasiado tarde.

Desde la Unión Vecinal, que agrupa a la mayor parte de las asociaciones de vecinos de Torrelavega, creemos que entre todos: partidos políticos, policía y colectivos vecinales se puede conseguir la unión en favor de una buena y efectiva policía de barrio con la que todos nos sintamos protegidos en cualquier rincón de nuestra ciudad.



                              UNIÓN VECINAL

No hay comentarios:

Publicar un comentario